La tragedia de Chapecoense anudó las gargantas de todo habitante del planeta fútbol: jugadores, dirigentes, entrenadores, hinchas. Por el mundo se sucedieron homenajes a las víctimas. Y La Ciudadela no fue una excepción. Una bandera blanca con la leyenda “Fuerza Chape” en letras negras recibió a los jugadores, que soltaron globos verdes -el color del club brasileño-. Los capitanes y la terna arbitral tomaron la bandera en el círculo central, y el resto de los equipos los rodearon para hacer un minuto de silencio. El estadio enmudeció, en adhesión a la ceremonia. La barra del “Santo” entonó una marcha fúnebre con instrumentos de viento, lo que hizo más solemne aun el homenaje.
En las tribunas se vieron “trapos” alusivos a “Chape”; incluso, un “ciruja” flameó en simultáneo una bandera de Brasil y una del “Santo”. Esa imagen valió más que mil palabras: fue la síntesis del emotivo momento. Al igual que las palabras del plateísta Daniel Quintana: “las tragedias nos hermanan. Esta vez, todos fuimos un poquito hinchas de Chapecoense”.